El tratamiento con un AED se debe iniciar ante una segunda crisis epiléptica. Ante un primer ataque epiléptico se debe considerar el inicio del tratamiento con AED si:
- Existe déficit neurológico.
- El EEG demuestra actividad epiléptica inequívoca.
- La familia no quieren correr el riesgo de un segundo ataque epiléptico.
- En las pruebas de imagen se observa alteración estructural.
Para optimizar la adherencia al tratamiento se debe:
- Educación sanitaria a paciente y familia.
- Disminuir el estigma que supone la enfermedad.
- Utilizar prescripciones sencillas de cumplir.
- Mantener buena relación entre los distintos niveles sanitarios y estos con la familia o cuidadores.
El control analítico de rutina no está recomendado, salvo indicación clínica. Se debe realizar control analítico si:
- Ausencia de adherencia al tratamiento.
- Sospecha de toxicidad.
- Tratamiento de las interacciones farmacocinéticas.
- Situaciones clínicas específicas como estatus epiléptico, embarazo, fallo orgánico,…
La decisión para retirar la medicación se debe hacer en consenso con el paciente, la familia o cuidadores una vez que hayan comprendido el riesgo de un posible nuevo ataque, una vez tenida en cuenta el tipo de epilepsia, pronóstico y calidad de vida. Siempre y cuando hayan pasado 2 años sin ningún ataque. La retirada debe realizarse lentamente, a lo largo de 2-3 meses.
La intervención psicológica puede ser utilizada conjuntamente con el AED, si este no realiza un control adecuado de la epilepsia, aunque no debe ser una alternativa a los AEDs. La dieta cetogénica no debe ser recomendada en adultos. Los ataques convulsivos que duran más de 5 minutos o que se repiten por tres ocasiones en 1 hora deben recibir tratamiento urgente y como primera elección se debe escoger el Diacepam rectal que es seguro y eficaz.
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